Coincidiendo con el lanzamiento mundial de “25”, el nuevo álbum de la británica Adele, la cantante y su discográfica comunicaron la decisión de excluirlo de las plataformas de streaming, según anunció la agencia DPA.
Así, el tercer álbum de estudio de la cantante sólo se podrá comprar en formato físico o como descarga. La vocalista de 27 años se une a la medida tomada por artistas como Taylor Swift, que saltó a los titulares el año pasado al anunciar que “1989” no estaría en Spotify. El resultado fue un aumento en la venta de CDs.
Con todo, parece difícil evitar la piratería: “25” se situó el viernes (día de su lanzamiento) rápidamente a la cabeza en la lista de descargas de “The Pirate Bay”, algo que ya advirtieron los operadores de plataformas de streaming con el último disco de Swift.
Esta intérprete criticaba sobre todo la variante gratis de Spotify y, más tarde, sí puso “1989” a disposición de Apple Music, que carece de versión sin pagar. Pero Adele, en cambio, boicotea con “25” todos los servicios de streaming.
Según The New York Times, las plataformas de streaming fueron advertidas de la decisión de la cantante a falta de menos de 24 horas para el lanzamiento del disco, cuyo primer sencillo, “Hello”, augura un rotundo éxito. El diario sostuvo que en la medida está implicada la propia Adele, aunque su sello en Estados Unidos, Columbia, rechazó toda confirmación.
De este modo se disipó la mayor incógnita para el mundo empresario, mientras que para los millones de fanáticos, quizá el mayor interrogante sobre “25” es si sus canciones contendrán la misma intensidad emocional que ayudó a convertir al disco anterior en un gran éxito mundial, advirtió el comentarista experto de The New York Times, Ben Sisario.
Antes de saberse qué iba a hacer, el crítico había advertido: “la decisión de Adele reflejará el debate más grande de la industria musical sobre si se debía adoptar completamente el formato de transferencia continua de canciones vía Internet”.
“Artistas de élite como Adele, Taylor Swift y Beyoncé siguen vendiendo millones de álbumes en CD o vía descargas, y al permitir la transferencia continua de sus nuevas canciones de inmediato corren el riesgo de sacrificar esas lucrativas ventas. A través de su éxito, esas tres mujeres también han acumulado un raro nivel de poder en la industria, lo que les permite correr riesgos sobre la forma en que se estrena y consume su música, y el resto de la industria tiene que tomar nota”, agregó.
“Si Adele decide no permitirlo (como finalmente se conoció que hizo), va a enviar una señal fuerte a otros artistas -dijo Casey Rae, director ejecutivo de la Coalición sobre el Futuro de la Música, un grupo activista de los artistas-. En realidad, no todos los artistas pueden tomar las mismas decisiones”.
Sisario recordó que con “21”, su álbum anterior, Adele logró el tipo de exitazo que la industria casi había considerado extinto: vendió unos 30 millones de copias en todo el mundo. “Pero el paisaje ha cambiado en la industria de la música. En la última década, las ventas de CD han declinado en 80%, mientras que el streaming, que no hace mucho tiempo contribuía con una suma insignificante, ahora comprende el 32% de los ingresos anuales de los sellos discográficos, según la Asociación de la Industria de la Grabación de Estados Unidos”, precisó.
Rumbo al éxito
El nuevo álbum de Adele parece destinado a ser otro éxito gigantesco. Su primer corte, “Hello”, que presenta poderosamente su emotiva voz sobre acordes de piano, rompió los récords de descargas y de video streaming en octubre. “Todo en la radio de las 40 Principales suena igual ahora, pero este es un fenómeno”, sostuvo Lenny Beer, el editor de Hits. Las ventas de CD siguen siendo una fuente importante de ingresos para la artista, y las tiendas que venden su música son socios de promoción importantes. Target venderá una versión de lujo del álbum con tres canciones extra, un arreglo similar al que tuvo el año pasado para el álbum de Swift, “1989”.
Pero un éxito es solo un éxito. “No creo que un lanzamiento solucione los problemas de la industria de la música”, sostuvo Carl Mello, dueño de Newbury Comics, una cadena de pequeños comercios de CD en Nueva Inglaterra.
Actualmente, Spotify es sólo una de una variedad de servicios de transferencia continua que incluyen a Apple, Google, Rdio y Amazon. La capacidad del streaming para pagar salarios justos a los artistas sigue siendo profundamente discutida. El año pasado, Swift retiró su catálogo de Spotify porque el servicio, que tiene versiones gratuitas y de pago, no restringía su música al nivel de pago. “Opino que la música no debería ser gratuita”, escribió Swift en The Wall Street Journal unos meses antes de la disputa.
“A Spotify y otros les gusta haberse convertido en la nueva radio -aportó Jim Griffin, citado por Sisario-. En una forma muy real, no estar en Spotify es como no estar en la radio hace 10 años, y ese es un problema”.